River no pudo con Platense y el campeonato le queda lejos

El equipo de Gallardo tuvo mucha posesión, pero casi no le generó peligro a Platense y quedó a 11 de Vélez.

Fue difícil ver Platense-River. Más aún sabiendo que a pocas cuadras, en el Monumental, toca Paul McCartney. Acá, en el Ciudad de Vicente López, el espectáculo es puro ruido, notas que no pegan entre sí, gritos desafinados, acoples, pelotas volando de un lado al otro. El fútbol argentino a menudo puede ser un deporte distinto, muy hostil para el espectador. En este caso, particularmente hostil para un River que necesitaba llevarse los tres puntos de la cancha de Platense para manotear el último boleto a la pelea del campeonato local. El 0 a 0, el único resultado posible para la lucha sin virtuosismo que fue el partido, deja al CARP ya demasiado lejos de un Vélez al que recibirá la próxima fecha: la ocasión ya no representará una chance tan concreta para aspirar al bicampeonato de LPF como podía imaginarse si el equipo de Gallardo sacaba un triunfo de su visita al Calamar.

Nadie podrá decir que el Muñeco no lo intentó. Dio impotencia, desde afuera, ver cómo el técnico más ganador de la historia proponía escalonadamente soluciones para que su equipo fluyera, sin éxito. Acaso MG fue el único que merecía ganarlo, el que más audacia tuvo para imaginar cosas en un contexto chatísimo.

River, después de un primer tiempo en el que buscó con paciencia pero en el que fue casi inofensivo para el arco de Cozzani, fue a buscar el partido con los mensajes que mandaba su entrenador desde el banco, pero casi siempre chocó. Chocó con un Platense muy bien parado que jugó casi toda la tarde a destruir los circuitos del CARP y lo hizo perfecto, con Suso y Vázquez sacando todo, con Juárez metiendo como loco en el medio, con sus atacantes como primeros defensores: por algo al Calamar los grandes no le hacen goles en su cancha. Pero también chocó, River, con la pared que representó su propia falta de ideas, de lucidez para el último toque, o más bien para el anteúltimo toque, porque al último llegó muy pocas veces. Así iba a ser muy difícil.

Los ingresos de Mastantuono primero y Echeverri después y la buena apuesta de ubicar a Lanzini de volante central como eje al lado de Simón le dieron otro ritmo al juego del semifinalista de la Libertadores, pero la sensación de que el gol no iba a llegar, por segundo partido consecutivo, no terminó de irse de Vicente López: casi no tuvo posibilidades claras.

En todo caso, lo positivo para River es que no le escapó a la disputa física que le ofreció Platense como ocurría en instancias similares hace no tantos meses. Que Simón y Lanzini van ganando en confianza. Que defensivamente sufre muy poco. Que Paulo Díaz entró muy bien en el ST después de una semana turbulenta. No mucho más: poco para un equipo que debiera sacar más diferencia en el ámbito local pero que, paradójicamente, a veces parece mejor preparado para las luchas coperas, más igualadas, que para asumir el protagonismo que naturalmente le otorgan casi todos sus rivales de Liga.

Le quedará entonces a River preparar la batalla de Belo Horizonte, aunque el torneo doméstico, ése que ya queda demasiado lejos, le puede plantear una trampa si se descuida: hoy en puestos de CL25, se verá virtualmente afuera si Godoy Cruz le gana a San Lorenzo.

Redacción: Buenos Aires BA / www.buenosairesba.com.ar

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