El Rojo se impuso al Taladro con un gol de penal de Quiñónez y se metió, al menos hasta que juegue River, en zona de clasificación a los playoffs de la Copa de la Liga.
Respiró. Independiente sufrió hasta el último segundo ante Banfield, pero resistió y consiguió un triunfo vital para sus aspiraciones de meterse en los playoffs de la Copa de la Liga. El Rojo cortó una racha de cuatro partidos sin triunfos por el torneo y quedó cuarto en la Zona A, al menos hasta que River reciba el domingo a Central.
Tevez sorprendió con la alineación inicial y dispuso seis cambios con respecto al equipo que venía de empatar con Atlético Tucumán (1-1). Cinco de esas variantes fueron tácticas y apenas una obligada por el cuadro de dengue que afectó al capitán, Marcone. Si bien Carlitos dijo que el esquema fue un 3-4-3, en la cancha y por las características de los jugadores se pareció mucho más a un 5-3-2 muy flexible, que se transformó en un 4-1-4-1 cuando tuvo la pelota. Los laterales, Isla y Sporle, se turnaron para pasar al ataque e integrarse a la línea de volantes. Laso y Costa se encargaron de la marca de Giménez.
Banfield adelantó las líneas en el segundo tiempo, pero tuvo poca generación de juego y le costó quebrar a la defensa del Rojo. Ante la imposibilidad de entrar por abajo mediante el toque y la circulación, Falcioni mandó a la cancha a Sepúlveda para conformar un doble nueve e intentar tener más peso en el juego aéreo. Independiente comenzó a sentir el desgaste y cambió su forma de jugar: perdió la pelota, procuró mantenerse compacto y ordenado, con poca distancia entre líneas, para salir rápido tras cada recuperación. El plan, a esa altura del partido, ya era aguantar. Los centrales comenzaron a tener más protagonismo. Y más aún contemplando que las salidas de David Martínez y Lucas González desguarnecieron la mitad de la cancha del equipo de Tevez, que perdió a dos de sus principales recuperadores.
El Rojo retrocedió peligrosamente hasta las proximidades de su área. Se refugió demasiado cerca de Rey. Trató de resistir, salir rápido de contragolpe y generar infracciones para descansar y hacer correr el reloj. Independiente dejó de presionar a Banfield. Y la única presión que recibió el local fue la que le dio su propia gente, que por momentos perdió la paciencia ante la falta de ideas y la impotencia que contagiaba el equipo. El Taladro chocó una y otra vez con las cabezas de Fedorco, quien fue una muralla, y Laso, que defendió cada metro cuadrado con concentración zen. Rey tuvo que intervenir sólo una vez para taparle un tiro libre a González.
El Rojo lo aguantó con tesón y está vivo. Ante Talleres se jugará todo.
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